- MANUEL LLORENTE
10 DIC. 2018
Ezra Pound agitó la sábana de la poesía cuando, hace un siglo, la literatura dormitaba. Fue el almirante que ideó una peculiar rosa de los vientos en la que sus puntos cardinales apuntaban hacia la lírica provenzal y el Cantar del Mío Cid como norte, Homero y Dante los fijó en el sur, al este tenía la poesía oriental y una osadía sin par como poniente. De estas coordenadas surgieron los Cantos, quizá la mayor aventura poética del siglo XX que inició en 1915 y mantuvo en pie hasta 1962. Este volcán sigue lanzando lava y ahora fuego gracias a la nueva traducción que acaba de firmar el escritor Jan de Jager y que publica la editorial sextopiso.
Los Cantos no es sólo un libro de miles de versos, sino «la epopeya del hombre de nuestro tiempo que quiere enseñarnos todos los acontecimientos, espirituales o históricos, que conforman la vida de un hombre», al decir de Giorgios Seferis.
Pero, ¿qué son, realmente, los Cantos? Contesta Jan de Jager: «El periplo de la curiosidad humana, un inventario del quehacer cultural humano dentro del contexto caótico de mediados del siglo XX, las vanguardias, las guerras mundiales, la guerra fría. Un poema que habla de historia pero también de la historia de la literatura y las artes, y en particular de economía».¿Era ‘necesaria’ una nueva traducción?Los clásicos, y los Cantos ya lo son, siguen siendo eternos en su lengua original, frescos y vigentes, pero las traducciones envejecen muchísimo más rápido que su original. Transcurridos 50 años de la versión de Vázquez Amaral [editada por Joaquín Mortiz, México, 1975] venía bien una traducción nueva.
Hay que citar, también, la edición bilingüe de Cátedra, a cargo de Javier Coy, de la que se han publicado tres volúmenes, pero falta el cuarto. Y la antología de Ernesto Cardenal en Visor.
Jan de Jager dice haber cotejado traducciones de otras lenguas (francés, portugués, italiano, alemán) «para dirimir dudas o encontrar el tono apropiado para un verso o una palabra. Un poco como un médico que realiza consultas con otros colegas. Lo complicado ha sido mantener los tonos, los registros, las resonancias. Entender las alusiones, pero más que nada evocar la amplitud de registros del original. Como él mismo sugería: traducir como quien le da la vuelta completa a una estatua (tres dimensiones) y no como quien toma una foto (dos dimensiones.¿Cuánto tiempo le ha llevado la traducción?Vengo estudiando a Pound desde 1979. Empecé a traducir cosas sueltas en 2003, pero trabajo continuo y casi cotidiano, desde 2009 o 2010.José María Valverde, ante la dificultad que supone el Ulises de Joyce, recomendaba dejarse llevar sin tener que ‘entender’ todo. ¿Sirve el consejo para los Cantos?Tal cual. Por eso nuestra edición no es bilingüe ni con notas, para propiciar la lectura horizontal (dejarse llevar) y no una lectura vertical (buscar la nota a pie de página).¿Es más teórica que práctica la influencia de Pound?Es fácil, en lo superficial, parodiar a Pound. Sus versos fragmentarios, yuxtapuestos, sus saltos de un idioma a otro, sus referencias abstrusas… son fácilmente reconocibles. Ha sido parodiado brillantemente. Pero parodiar es una cosa, imitar otra. Si imitarlo es un callejón sin salida, su influencia como facilitador de libertades ha sido inmensa.¿’Cantos’ o ‘Cantares’?Vázquez Amaral refiere la anécdota con el propio Pound por la cual en español se deberían llamar cantares. Me tomo la libertad de disentir.Su relación con el fascismo italiano ¿ha ensombrecido su poesía?Su gran error fue imaginar que el fascismo era anticapitalista. Pero los Cantos, como poema, no son fascistas en absoluto: no se limitan a una nacionalidad, ni a una raza; cuestiona las verdades absolutas. Aparte de sus vetas antisemitas y fascistas viscerales, que sin duda las tuvo, fue en otro nivel un idealista iluso.
Sea como fuere, Pound, por su colaboración con el fascismo, fue juzgado por traición en sus Estados Unidos natal y de la previsible condena a muerte por traición se pasó (gracias a la intervención de numerosos artistas) a considerarle loco, por lo que fue internado en un hospital psiquiátrico desde 1946 a 1958.
Retomemos el hilo meramente literario, no sin enfatizar que fue mentor, o impulsor, de las trayectorias de Eliot (sobre todo La tierra baldía), Joyce, Hemingway, D.H. Lawrence… Y que, según Jan de Jager, influyó no sólo en Allen Ginsberg sino en William Carlos Wiliams: Patterson le debe mucho por «el verso libre, la composición multilingüe o el uso de documentos en prosa en un contexto poético».¿Y qué dice de su relación con España?Estudió a Lope de Vega y a san Juan de la Cruz, que suena raro en alguien que estaba en las vanguardias. En el Canto III aparece el Cid y su episodio de Rachel y Vidas…
Se dice que Ezra Pound, allá por 1906, mientras recorría la Ruta del Cid, durmió una noche en Medinaceli (Soria), lo cierto es que allí hay un monolito con estas letras grabadas (que aparecen en uno de los Cantos): «Aún cantan los gallos en Medinaceli».