Por Mario Picazo
La gente comúnmente suele utilizar las palabras “traductor” e “intérprete” como sinónimos de una forma errónea. Existen diversas diferencias entre ambas labores, pero la característica principal que las diferencia es el medio, es decir, si es oral o escrito. El traductor reproduce el mensaje original en el idioma de destino a través de un medio escrito, y el intérprete transmite un mensaje oral de un idioma a otro mediante algún tipo de interpretación, ya sea simultánea, jurada, consecutiva, etc.
Habilidades del traductor
Un traductor en Madrid, principalmente, debe tener conocimientos amplios de, al menos, los dos idiomas con los que va a trabajar, el original y el idioma de destino. Poseer una ortografía precisa y perfecta en ambos idiomas se presupone imprescindible.
Además, es de vital importancia que el traductor sepa editar textos, saber corregirlos, revisarlos y tener una capacidad de lectura exquisita. Por otro lado, el traductor debe saber traducir las metáforas, las frases hechas y los dobles sentidos de un lenguaje a otro. La misión de un traductor reside en trasladar de un idioma a otro las palabras más precisas posibles sin modificar ni un ápice del significado, para que el lector sea capaz de entender la totalidad del mensaje original.
Habilidades del intérprete
Al igual que ocurre en el caso de los traductores, los intérpretes también deben poseer habilidades amplias de los dos idiomas con los que trabaja, como una comprensión exhaustiva de ambas lenguas.
Una de las principales diferencias entre ambos, es la velocidad de reacción y de interpretación entre un traductor y un intérprete. Éste último debe tener una capacidad de reacción, intuición y adaptación mayor que la del primero, ya que debe interpretar y traducir a tiempo real. La memoria de los intérpretes es, en muchas ocasiones, el salvavidas de su profesión.
Otra gran diferencia entre ambos, es el lugar de trabajo. Un intérprete realiza sus funciones siempre cara al público, por lo que su soltura y su espontaneidad se presuponen claves para el correcto desempeño de sus quehaceres.
Por último, cabe destacar que un traductor busca la precisión en cada palabra, mientras que a un intérprete se le prima más la comprensión y traducción de una idea que la de una palabra en concreto. En definitiva, el traductor se centra en lo minucioso, concreto y pequeño para no alterar su significado al traducir, mientras que el intérprete impone la idea general del contenido oral del emisor (particular VS general).
En conclusión, aunque ambas profesiones traten de trasladar un mensaje de una lengua a otra y posean el mismo objetivo, la realidad de sus labores y sus habilidades a desempeñar son totalmente diferentes.
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