Juan Carlos Ubilluz Raygada llegó a Arequipa para presentar su libro La venganza del indio.
Juan Carlos Ubilluz es uno de los autores que participa en el Festival del Libro de Arequipa. Su libro La venganza del indioaborda el leit movit que moviliza la literatura indigenista marcada por la rabia y el deseo de reivindicación. En la entrevista, sostiene que el indigenismo debe apuntar a los conflictos medioambientalescomo material de inspiración.
El libro desmenuza la literatura de Ventura García Calderón, Ciro Alegría, José María Arguedas y Carlos Eduardo Zavaleta. Ellos escribieron con furia en una época en la que el indio era maltratado y sometido.
Arguedas, Zavaleta y Ciro Alegría escriben con furia, en una clara identificación con el indio. En el caso de Ventura, hay un doblez: por un lado, se trata de la furia de una identificación con el indio y, por otro lado, el miedo al indio. Digamos que empatiza con la emancipación del indio, pero, además, tiene miedo siendo parte de la clase opresora.
Los autores escriben con furia porque también vivieron en carne propia el maltrato.
El caso más marcado es Arguedas. En el primero cuento y el último, aflora el tema de su hermanastro que violaba a indias frente a él, está el estupro (violación a una menor). Arguedas es el autor que más se identifica con el deseo de venganza del indio. Uno podría decir que, en los primeros cuentos, más importante que la justicia social, la distribución del agua, las tierras y la equidad es la venganza contra el gamonal; mas eso va a cambiar hacia el final de su obra. Al comienzo de la obra de Arguedas y al final, hay distintas maneras de lidiar con la rabia y el deseo de venganza.
Hay muchas discusiones en torno a la literatura indigenista. Dicen que es una literatura militante y no necesariamente es artística…
La literatura política no puede ser panfletaria. Esta se divide en dos: la oficial y la militante. La primera sigue una ideología, pero está bajo la protección del Estado y es una literatura de victoria, ahí puede encajar El tungsteno de César Vallejo. Mientras que la literatura militante sigue un proceso de emancipación, que todavía no ha concluido; por lo tanto, es dubitativa, en esta no se ve bien el final. No está cerca al Estado, tampoco triunfa. Entonces, hay un pensamiento: cómo la venganza se convierte en justicia, la relación entre el marxismo y las luchas indígenas.
¿Ha contribuido al cambio social este tipo de literatura?
Hay que definir qué es cambio. Si queremos decir que esta literatura ganó militantes para las luchas indígenas o luchas marxistasconectadas con el mundo indígena, quizás el efecto no sea tan amplio. Si uno dice que esta literatura contribuyó a modificar la visión o apreciación de cómo imaginamos o pensamos al mundo indígena, quizás ahí uno pueda decir que hubo un cambio. Y eso nos predispone para la lucha social o no.
En la década de los 60, se hablaba de dos tipos de literatura, la urbana e indigenista. ¿Hoy se puede hablar de escritores costeños y serranos?
La literatura urbana de los 60 era una literatura andina. El ejemplo más clásico, El zorro de arriba y el zorro de abajo (Arguedas). Hay este poema de Arguedas Katatay, que invoca a los padres a luchar contra los conquistadores, pero hay un efecto cómico, pues los inmigrantes toman Lima y la convierten en una ciudad andina. La literatura costeña tiene que ser andina porque Lima es una ciudad andina. En 1920, había 150 000 habitantes, hoy hay 10 millones que vinieron de otras regiones del Perú.
Arguedas es uno de los autores peruanos que sobrevivirá en el tiempo.
De todos los autores que están en este libro, Arguedas tiene más chance de seguir. Es un autor que se visita una y otra vez, pero las tendencias cambian en el tiempo. No sabemos qué pasará de acá 30 años.
¿De qué literatura indigenista podríamos hablar en estos tiempos, cuando el país es esencialmente urbano, los gamonales ya no existen y las tierras tienen otro tipo de distribución?
Haría la siguiente crítica. La literatura sobre el mundo andino hoy en día es la del conflicto armado, en la cual predomina la denuncia humanista por las vejaciones del Ejército o Sendero Luminoso. Pero hoy no hay suficiente literatura que acompañe los procesos políticos activos —la lucha contra la minería o los conflictosmedioambientales—, aún no hay escritores que aborden el tema de Las Bambas. Quizá si la haya y no la conozca, pero si queremos pensar en un nuevo horizonte para el indigenismo, habría que pensar en una literatura que tome los problemas vitales.
Esa es la nueva tendencia, la conflictividad en el Perú. La disputa entre comunidades y empresas extractivas.
Sean legítimos o no los reclamos, la literatura tiene que seguir de cerca un proceso político afirmativo en vez de estancarse en la denuncia de un proceso político que salió evidentemente mal.