Antonio Rivero Taravillo 24.02.2019
El pacense (de San Vicente de Alcántara) Ángel Campos Pámpano fue uno de los principales traductores de literatura portuguesa, particularmente poesía. Puso en español a Fernando Pessoa, a Al Berto, a Eugénio de Andrade y a António Ramos Rosa, entre otros. También fue cofundador y director de la revista Espacio/Espaçio Escrito, y luego animador de Hablar/Falar de Poesía, que tanto hicieron por mostrar al alimón las literaturas contemporáneas de nuestros dos países.
Además de docente (dejó una huella imborrable entre sus compañeros y alumnos del Instituto Español Giner de los Ríos de Lisboa), fue poeta él mismo. La vida de otro modo (Poesía 1983-2008) reúne en el sello Calambur la totalidad de sus versos. El 25 de noviembre de 2018 se han cumplido los diez años de su temprana muerte, a los cincuenta y uno, víctima de un cáncer de páncreas, cuando tenía aún tanto que compartir. Dos publicaciones recientes de la Editora Regional de Extremadura recuerdan al poeta y al infatigable luchador por el diálogo entre España y Portugal.
En primer lugar, se ha reeditado su último libro exento, La semilla en la nieve (2004), una larga elegía compuesta para su madre. Hoy aparece en edición bilingüe, traducida al portugués por Luis Leal. Ostenta, además, un prólogo (“Elegia e Renascimento”) que firma el gran poeta luso Nuno Júdice, donde este escribe que estamos (transcribo, porque no está traducido este texto, pero se entiende sin dificultad) ante uma elegia, uma longa elegia em que as palabras procuram reconstituir uma presença e não podem mais do que cantar a ausência.
La traducción portuguesa preserva en gran medida la música original en una lengua tan próxima, y solo en alguna ocasión se pierde inevitablemente algún matiz, como cuando en el poema El aniversario, el popular “la calor” pasa a ser o calor, pues no era posible decirlo salvo en masculino en la lengua de llegada.
Es un hermoso libro La semilla en la nieve, y ojalá sirva, ya como A semente na neve, para que se aprecie y conozca más a Campos Pámpano en el país de Camoens. Hay en él versos que se graban en quien los lea, como demuestran muchos lectores que son además poetas y que rinden homenaje al difunto en En el vuelo de la memoria. Antología para Álvaro Campos Pámpano.
Aquí, Suso Díaz ha pedido a varias decenas de voces amigas poemas que incluyeran uno o más versos del llorado, de modo que estos cobraran una segunda vida en nuevas composiciones. Atendieron a la solicitud poetas de ambos lados de la frontera, entre los que destacan, de aquel lado, el ya citado Júdice o Gonçalo M. Tavares; entre los de este, José María Lama (autor de la introducción), Basilio Sánchez, Efi Cubero, Antonio Gamoneda, Gonzalo Hidalgo Bayal o Álvaro Valverde.
Son muy variados los poemas: casi siempre traen los versos de Campos Pámpano en el interior, en cursiva, pero algunas veces figuran estos como cita al comienzo. Los autores de Portugal incluyen los versos traducidos del original a su hermosa lengua, verdaderamente incorporados a ella. Hay también textos escritos en gallego, francés y catalán. Un caso singular es el del poeta ibicenco ahora residente en Málaga, pero de origen galés, Ben Clark.
El ganador del Premio Hiperión teje una estupenda versión de uno de los dos más célebres poemas de Dylan Thomas, el que comienza: Do not go gentle into that good night. “No entres dócil en esa buena noche” es como empieza el poema de Clark, que engasta en la última estrofa de Thomas, entre el primer y segundo verso, los dos de Campos Pámpano “desconocías el secreto / de tanta luz agolpada a tu puerta”. El poema que el galés dedicara a su padre se convierte aquí también en poema implícitamente dirigido a la madre, pues son versos extraídos de La ceguera, poema de La semilla en la nieve.
Se conmemora este 2019 el quinto centenario de la primera circunvalación de la Tierra, emprendida por Magallanes y finalizada por Elcano. Ha habido algunas suspicacias y diferencias sobre el significado y protagonismo de la efeméride, pero mucho mejor es dejar de lado diferencias y celos y abrazar el orgullo de la tarea común, la gloria (palabra que va cayendo en desuso) de la gesta realizada por ambas naciones. Campos Pámpano fue un adalid de la comprensión y la colaboración ibéricas, de esos puentes que comportan las traducciones, argamasa de la comunicación, sillares del entendimiento.
El poeta recibió varios galardones. Uno de ellos fue el Premio Eduardo Lourenço, que honra al intelectual portugués experto en Pessoa y la saudade, pero también en Montaigne y el europeísmo, y que concede el Centro de estudios Ibéricos creado por la Universidad de Salamanca, la de Coimbra y el Instituto Politécnico de Guarda. Campos Pámpano lo recibió póstumamente, pues falleció días antes de la ceremonia de entrega del premio que tan hermosamente alienta la cooperación ibérica, la idea de frontera como forma de comunicación y no de separación. Las letras de Portugal y las españolas están en deuda con él, y estos dos libros dan fe de ello, saldándola en parte.