Roni Bandini, el escritor que cruza literatura y tecnología

Desde máquinas para leer “Rayuela” de Cortázar hasta dispositivos para que no se roben libros.


 Clarín.com 26/01/2019

Un cruce entre la tecnología y la literatura fue el fruto de varios años de búsqueda de Roni Bandini (44), un escritor cuya infancia en el barrio de Villa Devoto no fue atrás de la pelota de fútbol o distracciones típicas para un niño que creció en los años ’80.

No, él ante cierto rechazo de sus compañeritos se recluyó en la lectura de historietas y los circuitos electrónicos como la revista Lupín. “No los entendía mucho pero me resultaban fascinantes, creo que esa fue la chispa para después meterme en el mundo de la programación con lenguajes de la época como Basic, Pascal, C++ y dBase”, explica él, sentado en su oficina/taller de Colegiales, emplazado en La Algodonera, un emblemático edificio de estilo racionalista.

Book Sound. El dispositivo escanea páginas y crea música con ellas. (Foto: Germán García Adrasti)

Book Sound. El dispositivo escanea páginas y crea música con ellas. (Foto: Germán García Adrasti)

Una vez en la escuela secundaria, Roni dejó de lado el teclado y los algoritmos y se metió de lleno con el rock, tocando la guitarra en un grupo under, Erat. “Eso me duró casi toda la secundaria, cuando la banda se separa, vendí mis instrumentos y me fui al sur de Brasil.”, comenta.

Quien le abriría los brazos allá, sería su padre quien tenía la peculiar profesión de ser fotógrafo para revistas eróticas locales. “Viví un año nomás pero no adapté, sentía que en Argentina tenía cosas pendientes”.

Entonces volvió y se puso a estudiar ingeniería de sistemas para luego trabajar en seguridad informática, desarrollo de software para empresas y formar parte de varias firmas firmas de tecnología y proyectos de comercio electrónico.

Rayuelomatic. Un dispositivo guía para leer "Rayuela" de Cortázar. (Foto: Germán García Adrasti)

Rayuelomatic. Un dispositivo guía para leer “Rayuela” de Cortázar. (Foto: Germán García Adrasti)

Todo ese bagaje técnico le sirvió para poder hacer pie en un rubro que lo desvelaba: la invención de objetos. “Creo una gama de inventos con cierto tinte vintage”. Y no miente si se posa la mirada en los adornos de su oficina: viejas consolas de videojuegos (ubicadas sobre varios estantes) que conviven con celulares de antaño y hasta con un viejo procesador de textos formado por un teclado y pantalla solar adjunta. Todo bien retro.

Antes, ya despuntaba el vicio de la escritura, un poco metido en el género de ficción alternando con lo que serían sus orígenes como lector (historias de detectives, terror) pero siempre abrazado a su formato preferido: la novela. “Uno de mis referentes es William Gibson, el novelista estadounidense-canadiense de ciencia ficción, padre del cyberpunk. Su libro El Neuromante me gustó mucho”.

Borgy. Un muñeco Furby reprogramado con 100 frases de Borges. (Foto: Germán García Adrasti)

Borgy. Un muñeco Furby reprogramado con 100 frases de Borges. (Foto: Germán García Adrasti)

Entonces, de nuevo brota la pregunta que encabeza esta entrevista: ¿Por qué cruzar la tecnología con la literatura?. “Un poco por casualidad, mirando una entrevista a Julio Cortazar, él citó su anhelo de que exista una máquina para leer Rayuela (NdR: en referencia a Rayuel-o-matic, cuyos planos se conocieron en 1967 en el libro La Vuelta al día en 80 mundos) pero jamás se llevó a cabo. Entonces me puse manos a la obra con eso. Me pareció divertido y sabía que tenía los conocimientos para hacerlo”.

Así vio la luz un primer prototipo -que hoy se expone en el bar Café Cortazar- para luego darle forma al Rayuelomatic definitivo, construido hace unos cuatro años por Bandini.

Manos a la obra. En su taller-oficina de Colegiales, Roni diseña sus artefactos. (Foto: Germán García Adrasti)

Manos a la obra. En su taller-oficina de Colegiales, Roni diseña sus artefactos. (Foto: Germán García Adrasti)

El dispositivo, con forma de rayuela, indica los capítulos a leer de acuerdo a los tres modos de lectura en la novela: Secuencial (orden cronológico) y por el Tablero de dirección (según la edición del libro de Cortazar al pie de página se solicita pasar de un capítulo a otro).

Pero la más interesante, es el modo Azar. “Al apretar un botón, la máquina genera un recorrido propio indicando en la pantalla a qué capítulo tenés que ir, indicando el orden de lectura y almacenando los capítulos ya visitados para evitar repetirlos. Leerlo así es muy interesante. Descubrís otro tipo de libro en sí mismo”.

Expendedora de literatura. La máquina que al apretar un botón imprime un cuento o novela entre una veintena de autores. (Foto: Germán García Adrasti)

Expendedora de literatura. La máquina que al apretar un botón imprime un cuento o novela entre una veintena de autores. (Foto: Germán García Adrasti)

La que considera su invención más compleja (o al menos la que más tiempo le demandó) fue BookSound, una máquina que utiliza páginas de libros para crear piezas de música electrónica basadas en el largo de las oraciones, la acentuación y una valoración de las palabras.

¿Cómo “sonará” una página? “Para operarla se abre la página de un libro bajo el lector, se toca un botón y la máquina escanea el texto a través de un sistema de reconocimiento de caracteres (OCR). Al procesar el texto, el dispositivo lo mapea y genera automáticamente un mp3 según la musicalidad de las letras”.

El sonido es rítmico aunque es imposible saber que parte del texto “está tocando”. “La puntuación, sílabas, la totalidad es la base de la partitura a través de patrones que se repiten ocho veces,” comenta Bandini sobre este desarrollo que combinó varios tipos de hardware y un gabinete y software programado a medida.

Una reunión con escritores en su casa también le prendió la lamparita para una nueva invención. Pero debido a una anécdota agria. “No voy a dar nombres, pero faltó un libro importante en la biblioteca cuando ellos se fueron”, dice algo resignado.

Cuidado del libro. Este dispositivo regula la humedad y temperatura justa para su óptima conservación. (Foto: Germán García Adrasti)

Cuidado del libro. Este dispositivo regula la humedad y temperatura justa para su óptima conservación. (Foto: Germán García Adrasti)

¿Cómo reaccionó al respecto? Si, creando una alarma anti-robo de libros. “Cuando falta la obra que está adyacente, suena la alarma -conectada vía Internet, avisando por e-mail el libro faltante. ¿Estará en la biblioteca de Roni? “Si, estuvo un tiempo, hasta que lo saqué”, dice entre risas.

La más popular de sus invenciones es la Expendedora de Literatura en Tickets, una máquina pensada para las largas esperas en las instituciones bancarias, lugar donde no está permitido el uso del teléfono celular.

La máquina en su memoria tiene cargado unos 15 cuentos que, al seleccionarlos desde una pantalla y apretar un botón, imprime el texto en una larga tira de papel.

Obras de escritores como Roberto Arlt, Silvina Ocampo, Julio Cortázar, Facundo Quiroga, Leopoldo Lugones y Antonio Di Benedetto pueden ser elegidos para leer. “Tuve una propuesta para serializar la máquina pero no me convenció. Aparte de los bancos se podría aplicar en una librería o la sala de espera en un consultorio”, comenta Bandini.

El autor y su obra. Bandini con el BookSound, el invento al que más tiempo le dedicó. (Foto: Germán García Adrasti)

El autor y su obra. Bandini con el BookSound, el invento al que más tiempo le dedicó. (Foto: Germán García Adrasti)

Una de sus más divertidas invenciones viene de la mano de un Furby, el simpático juguete creado en 1998 que incluía una programación que simulaba la comunicación y compresión con los humanos.

Roni tiene tres de estos muñecos y a uno de ellos los “desnudó”, dejando ver los circuitos y engranajes de la máquina. Y lo reprogramó con un centenar de citas de Jorge Luis Borges, extraídas de una entrevista. Por eso a su invención, la bautizó Borgy.

¿Otro invento de Bandini? Programó el servicio de voz Amazon Alexa para recorrer la arquitectura de Casa tomada, el célebre cuento de Julio Cortázar de 1946. ¿Cómo hizo? “En base a gente que hizo el plano de esta vivienda ficticia, lo incoporó al texto en una estructura de datos para poder generar uno o varios recorridos”.

Bandini le habla al dispositivo y, según las indicaciones, le comenta qué artefactos hay en el lugar. Y así recorre a través de ordenes (ir hacia la izquierda, adelante, atrás) cada uno de los ambientes de esta casa literaria.

Al revisar su galería de invenciones se observa un libro con una lucecita verde en la cubierta. Es el Library Care Device (o Dispositivo del Cuidado de Libros) que mide la temperatura y humedad del ambiente en donde está el volumen. “La placa posee una escala que determina la condición óptima para el almacenamiento del libro. Cuando no se cumple esa condición se enciende la luz roja”.

Roni aclara que ninguno de sus creaciones tiene fines comerciales y que algunos los desarrolló en pocos días. “Me gusta que, sea desde la literatura o la tecnología, la gente los encuentre interesantes o divertidos”.

¿Proyectos? En un plano algo antipático está diseñando un dispositivo con un lápiz para dedicar libros de su autoría. “Tendrá seteado distintos tipos de dedicatoria, distribuidas al azar que parecerá personalizada. Firmar ejemplares me es molesto”. 

Su faceta de escritor

Perfumes, guitarristas de rock y finalista de premios

Bandini tiene varias novelas publicadas, una de ellas es El Sueño Colbert (Editorial Galerna) con ciertos tintes autobiográficos. “Un estudiante de informática consigue su primer trabajo en una empresa de antivirus y tiene el sueño de comprarse el loft de la publicidad del perfume Colbert.”

También escribió La gran Monterrey en la cual un guitarrista de rock virtuoso regresa a la Argentina y trata de insertarse en la industria mientras la miseria lo persigue. Mientras en 2013, a través de Editorial Wu Wei, editó Macadam. “Después de perder el trabajo y su matrimonio, un emprendedor tecnológico se emplea como repartidor y enfrenta el dolor peleándose en el tráfico”, comenta su autor.

Luego, Roni escribió dos novelas más: Llamar para atrás y Morir en Disney, ambas aún inéditas. La primera fue finalista del Premio Clarín Novela en 2013 y, un lustro después, también llegó a la última instancia de este certamen pero, en esta ocasión, con sus dos más recientes obras en simultáneo. “Entiendo que es la primera vez que un escritor queda finalista con dos títulos en la misma edición y, seguro, la primera vez que pierde en la misma noche con tanta probabilidad a su favor”, agrega con cierta resignación.

Por otro lado, en 2011 y 2013, Bandini participó del elenco de la obra de teatro Entrevistas breves con escritores repulsivos, dirigida por el catalán Marc Caellas, sobre textos del escritor David Foster Wallace.

En la actualidad, Bandini no detiene su motor y sigue escribiendo.

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