La saga de fútbol que anima a leer a 2,5 millones de niños

‘Los Futbolísimos’, la serie de aventuras creada en 2013 por Roberto Santiago, se ha convertido en un fenómeno internacional con traducciones a 15 idiomas.

JUAN CARLOS GALINDO 24 MAY 2019

Roberto Santiago tenía 13 años cuando vivió su gran momento de gloria. Era un domingo soleado y el equipo de fútbol de su colegio ganó una medalla con él como defensa central. “Por encima de cualquier logro, es lo que más ilusión me ha hecho en mi vida. El terreno era de arena por aquel entonces y ganamos 4-3. Yo no marqué. Medía 1,91, una barbaridad, y era malísimo. Solo me dejaban pasar de medio campo para rematar en los córners”, rememora Santiago (Madrid, 1968) en el mismo lugar, ahora de hierba, que ocupa sus sueños, esa inmensa extensión de terreno que tiene el colegio San Agustín para hacer actividades deportivas, a pocos metros del estadio Santiago Bernabéu.

Los Futbolísimos se remonta a esta época, cuando tenía 10, 11 o 12 años y me preguntaba por qué no había ningún libro que mezclara mis dos grandes pasiones: la lectura y el fútbol

Volver al San Agustín es ir al germen doble de Los Futbolísimos (SM), un fenómeno de la literatura infantil que acumula más de dos millones y medio de libros vendidos en sus 15 entregas, que ha sido traducido a 15 idiomas y que el año pasado se convirtió en una película y un musical, que ha estado en el teatro de la Latina hasta el pasado 28 de abril. Ese mismo mes se publicó el último de los libros, El misterio de la 101 calaveras, con una tirada inicial de 70.000 ejemplares. “No sé decir exactamente el momento, pero sin ninguna duda Los Futbolísimos se remonta a esta época, cuando tenía 10, 11 o 12 años y me preguntaba por qué no había ningún libro que mezclara mis dos grandes pasiones: la lectura y el fútbol”, explica Roberto Santiago, emocionado como si fuera de nuevo el joven de 14 años al que le explotó la cabeza cuando un profesor del San Agustín le dio a leer Los santos inocentes.

La apuesta de Los Futbolísimos es sencilla, que no simple. Un equipo de fútbol de chicos y chicas que, además, resuelven un misterio en cada entrega. La pandilla vive en el idílico Soto Alto, aunque cada cierto tiempo sus aventuras les llevan al extranjero. “También hay valores como la amistad y el trabajo en equipo. Y humor y un contexto con el que los niños se identifican”, defiende Santiago. “Trato de que siempre haya una voz, una trama, una historia. Los personajes son como los de Los Simpson, siempre tienen 11 años, no envejecen pero sí evolucionan. Se trata de no ser explícitos ni ñoños, de hablar al niño de tú a tú. Pero, claro, nadie conoce la fórmula porque si no la estaría haciendo todo el mundo”, explica este guionista de televisión desde los 19 años, director de cine (El penalti más largo del mundo) y autor del thriller Ana (Planeta) al que no le molesta ser reconocido como Roberto, el de Los Futbolísimos. “Me parece fenomenal, si me quedo así 20 años, pues feliz de la vida”.

“Robeeerto. Robeeerto”, vitorean unos niños que lo ven a lo lejos durante la sesión de fotos. Otros le han parado a la entrada del cole para preguntarle cuándo sale el próximo. Las muestras de reconocimiento se repiten en las horas que este periódico pasa con él. “Come bien, que todavía tienes que escribir muchos libros”, le dice un camarero en su restaurante de referencia, no lejos del colegio. Santiago sonríe y asiente. Sabe que juega en casa y le gusta.

Demasiado ritmo

Pero la moneda del éxito tienen una cara y una cruz que el escritor maneja como puede. “Mi temporada va con el calendario escolar, pero este año me he encontrado un poco sobrepasado al final del curso. En la editorial me apretaron y he entregado dos futbolísimos, tres de Forasteros del tiempo [otra serie con una familia de Moratalaz que viaja a distintas épocas]. Además, tenía el musical, un proyecto para una serie…”. ¿Harto? “No, pero voy a tener que bajar el ritmo”, reconoce algo más reflexivo, dejando salir sensaciones ambivalentes. “Tengo que dejar algunas cosas. La promoción, las presentaciones, viajar y estar fuera de casa es lo que más me cansa, aunque también me alimenta. En Cáceres reunimos hace poco a más de 1.100 niños en un auditorio. Al terminar se me acercó una niña, me cogió de la mano y me dijo: ‘Me gusta Helena con H [la protagonista] porque es una chica fuerte’. Y yo no me quiero perder eso”, cuenta un hombre acostumbrado a alimentarse del encuentro con sus lectores, interpelarlos, hacerles partícipes.

Mi temporada va con el calendario escolar, pero este año me he encontrado un poco sobrepasado al final del curso

Pero lo que no va a cambiar es el ritmo de trabajo, admite, ese que lleva desde que debutó con 20 años escasos con El ladrón de mentiras (Barco de Vapor). Es decir, de lunes a domingo para entregar cada tres meses un manuscrito de 200 páginas, que con las ilustraciones de Enrique Lorenzo llegan a las 300. “Mi chica está un poco frita porque no tengo vida personal”, reconoce.

Santiago solo se queda sin respuesta cuando se le pregunta por el futuro de Camuñas, Marilyn y compañía, los protagnistas de Los Futbolísimos. “El musical se los imagina 10 años después, pero más allá de eso, no sé”, responde tras una pausa. “Las series tienen un final siempre. No me gustaría empachar. Tengo miedo todo el rato. ¿Y si llego al precipicio y no sé qué más contar?. Pero eso no es lo que noto ahora”.

LA IGUALDAD Y LOS “LIBROS PARA NIÑAS”

Cuando Roberto Santiago entregó en 2013 los dos primeros manuscritos de Futbolísimos lo único que tenía claro es que quería que “fuera una colección”. Hubo ciertas reticencias con la extensión pero el autor confiaba en los lectores y el tiempo le ha dado la razón. Se puede decir que los libros fueron triunfando solos, sin campañas de promoción de la editorial, con los niños como grandes prescriptores. Luego llegaron la película y el musical. Seis años y 13 números después de aquel debut doble, la serie ha sido traducida a una quincena de idiomas y está triunfando en Francia, Polonia o Irán, donde los niños pueden leer una historia protagonizada por un equipo en el que juegan chicos y chicas con total normalidad. “Estoy muy orgulloso de eso. El traductor al farsi ha hecho un trabajo excelente y los libros se están publicando sin cambios”, cuenta Santiago. Y, sin embargo, en España todavía alguna profesora, en tras algún acto en un colegio pregunta: “¿Y cuándo vas a escribir un libro para niñas?”.

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