«La traducción tiene mucha fuerza en el PIB»

ANA GAITERO 27/11/2018

Con más de 200 libros traducidos y después de quedar finalista otras dos ocasiones, Concha Cardeñoso Sáenz de Miera (León, 1956) acaba de ganar el XIII Premio de Traducción Esther Benítez por Mi prima Rachel, una novela de Daphne du Maurier que publicó el año pasado Alba Editorial.

El galardón otorgado por ACE Traductores «tiene mucho significado porque lo concede nuestra asociación y es muy honroso que te premie la profesión», afirma esta leonesa afincada en Barcelona desde los años 70.

Concha Cardeñoso recibirá este premio el próximo día 1 de diciembre en un acto organizado en la Casa del Lector en Madrid. Mi prima Rachel es el primer libro que traduce de Daphne du Maurier, autora británica muy conocida por la adaptación de obras suyas al cine como la famosa Rebeca, que dirigió Alfred Hitchcock, Jamaica Inn, Frenchman’s Creek, obra que actalmente tiene entre manos para traducir.

«Es una autora nueva para mí», por lo que tuvo que sumergirse en la obra «para meterme en su tono y en sus descripciones maravillosas, que incluyen hasta las incidencias del tiempo». explica. Leyendo la obra para la traducción ha descubierto el «oficio envidiable» de Du Maurier con su pluma.

Mi prima Rachel es una «novela clásica» desde el punto de vista de la técnica narrativa, pues «respeta la línea del tiempo y no da saltos que es algo que hacen ahora muchos autores». A través de la traducción se conoce a los autores y autoras y sus técnicas literarias. «Un traductor es un lector que lee a mucha profundidad y se fija mucho en los detalles».

«Traducir es recrear la obra totalmente porque la tienes que verter a otra lengua, es como un músico cuando toca una partitura de un compositor», explica. Un oficio que Cardeñoso compara con «plantar semillas en un campo arado», pero al que hasta hace poco no se reconocía ni siquiera la autoría, que a lo sumo aparecía en letra pequeña en las solapas o primeras páginas de los libros.

Hasta hace tres años, con la aprobación de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI), el traductor «ni siquiera era reconocido como autor», lamenta la premiada. Con la nueva normativa, admite, «se ha dado un gran paso hacia la visibilización y dignificación de nuestra profesión».

Sin embargo, «las editoriales no la aplican a rajatabla, es más a veces viene el autor de una novela que has traducido y es fácil que siquiera te llamen para que lo conozcas. Falta reconocimiento y no recibes información, sólo que te siguen dando trabajo», comenta.

Otro problema de la profesión son las «bajas tarifas» con las que se remunera un trabajo tan crucial y exigente. «Yo vivo solo de la traducción pero le dedico muchas horas. Muchos traductores son profesores o desarrollan otra profesión porque es difícil vivir solo de esta profesión», explica. A veces cuando pides que te suban la tarifa, te dicen que te ponen el nombre en la portada, como si fuera un regalo», lamenta. En cuanto a los pagos por derechos de autoría, apunta que es algo muy difícil de saber porque «nadie controla los libros que se venden». No se pueden publicar tarifas y «poca gente sabe que la fuerza que tiene la traducción en el PIB», asegura. Por eso, desde ACE Traductores y otras asociaciones se realizan campañas para visibilizar la profesión.

Concha Cardeñoso se confiesa una apasionada de esta profesión que ejerce desde hace 31 años, fecha que recuerda por el nacimiento de una de sus dos hijas. «Me encanta la traducción y si tuviera que cambiarla lo haría por puro placer», sostiene.

Empezó a traducir libros que había traído de Inglaterra para que los pudieran leer sus amigos. El contacto con Sara Canals, «una editora de mesa fantástica», le abrió el camino a la traducción y adaptación de muchos cuentos y narrativa infantil primero para pasar posteriormente a las novelas.

El 80% de los libros que ha traducido se encuentran en la editorial Planeta, con la que mantiene aún vínculos a través de Destino porque también traduce del catalán al español, una experiencia que ha sido muy gratificante. «Tiene su intríngulis, tengo que hacer un esfuerzo para apartarme del sustrato de catalán que va quedando en el español que se habla aquí», explica.

Para el inglés trabaja sobre todo con pequeñas y medianas editoriales como Alba o Libros del Asteroide, con las que se siente «muy a gusto». También destaca la cantidad de traducciones de autoras femeninas que le llegan últimamente. Destaca el caso de Maggie O’Farrell, de la que ha traducido Tiene que ser aquí (Libros del Asteroide) una historia de amor a lo largo de varias décadas.

Algo de romántica y de feminista tiene también Mi prima Rachel. Igual que la vida de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera que emigró a Cataluña tras enamorarse de un joven que hacía el servicio militar en León. Había estudiado Magisterio con la especialidad de inglés, pero hasta que se estabilizó como traductora hizo de todo, desde au-pair, a go-gó de discoteca, actriz.

A los estudiantes de Traducción les aconseja que «lean y escuchen muchísimo de las lenguas que trabajan, sobre todo si quieren hacer traducción literaria». Y que se asocien, aunque aún no ejerzan como traductores.

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