SOÑAR ES GRATIS

Me paso las horas traduciendo textos por los que no cobro y que nunca se publicarán, textos que probablemente pocos leerán, textos que son interesantes y están atrapados en una lengua que muchos no comprenden. Pero me gusta. Me encanta. Mi pasión es la traducción y aunque puede que me encuentre en un punto en el que la frustración podría llamar a mi puerta, estoy preparada para no abrirle. O sí. Quizás le abra y le diga cuatro cosas para que no se le ocurra volver.

Desde que he vuelto de Reino Unido sigo en una burbuja de inglés total: intento ver todo en inglés, leer todo en inglés e incluso hablar en inglés en clase en cuanto tengo la oportunidad. Tengo que confesar que ya desde antes de empezar la carrera hacía todo esto (y seguro que la mayoría de vosotros lo hace), pero me aburría porque no entendía todo o me daba vergüenza hablar. Supongo que enfrentarme a una realidad en la que no queda otra que adaptarse o morir me ha ayudado mucho.

Por culpa de la lentitud de la administración de mi facultad es muy probable que este año, aunque las apruebe todas, me quede sin que me den el título (por el tema de pasar las notas de la Erasmus al expediente, que parece ser un proceso muy complejo que tienen que realizar treinta duendes violetas vestidos de oro mientras tocan la gaita y por eso va a llevar un año entero). Ahora no me queda otra que descartar el máster y barajar otras opciones. ¿Buscar trabajo sin el título? ¿Irme a la aventura por ahí? ¿Hacer un grado superior? ¿Empezar otra carrera? Como no quiero pensarlo, me he apuntado a un curso de formadores de ELE y seguramente caigan un par de cursos más este año.

Algunas compañeras han pedido la beca de auxiliar de conversación; otras, han encontrado algún trabajito donde hacer sus pinitos en traducción (¡y literaria!); el resto no se ha ido de Erasmus y puede permitirse hacer un máster.

Pero soñar es gratis. Y yo sueño con que un día haré lo que de verdad me gusta y cobraré por ello. Ya no solo el cobrar y trabajar en algo que me gusta para vivir, sino que de verdad lo que yo haga llegue a los demás y les sea útil. Yo sueño con hacer llegar a los demás aquello a lo que no pueden acceder. Por eso me gusta mucho el tema de la accesibilidad. Por eso creo en que la traducción siempre es posible. Si alguien hubiera dicho, por ejemplo, que traducir la poesía es imposible porque o pierdes la rima o pierdes el contenido, ¿cuánto se habrían perdido los hablantes de otras lenguas? La cultura debe llegar a todas partes y eso es lo que los traductores somos, vías de comunicación entre lenguas y culturas diferentes. Es una profesión preciosa y tengo clarísimo que voy a luchar por dedicarme a ella.

Las traducciones que hago ahora me dan experiencia, me ayudan a practicar por mi cuenta (y también las lee mi madre, así que al menos tienen un receptor) y, además, no todas son en vano. Tengo la suerte de colaborar como traductora con una ONG y un blog de WordPress que sí que me hacen ver que mis traducciones se leen, que llegan y que son útiles. Es la cosa más tonta y quizás evidente del mundo en traducción. Pero me hace ilusión. Traducir me encanta, me preocupo por la reacción del destinatario (que es muy importante), me empapo de cultura, aprendo vocabulario, me hace ilusión empezar una traducción y me da satisfacción terminarla.

Y lo mejor de este tipo de sueños es que con esfuerzo y ganas se hacen realidad =).

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